Mar del norte.
Rosa Juanco ha encontrado en Bélgica, donde vive, el espacio idóneo para desarrollar sus pinturas que se nutren de formas y contenidos románticos. Con una técnica mixta que maneja a la perfección hace marinas del Mar del Norte en las que consigue que viejas construcciones se conviertan en edificios mágicos y el paisaje en un enigma.
Y creo que su obra tiene formas y contenidos románticos porque su idea se asocia con las ideas principales que se desarrollaron en los primeros pintores del Romanticismo, como Caspar Wolf o Caspar David Fiedrich. Se dijo entonces que “a través del color y la forma (expresaban) lo que no puede decirse con palabras”. Añadamos que en esta filosofía predomina la subjetividad: La propia Rosa ha dicho que la pintura es una opinión, un punto de vista de lo vivido.
En el aserto entrecomillado - que es del propio Caspar David Fiedrich – se asienta la suave pero tenaz atracción que los cuadros de Rosa ejercen sobre quien los contempla: al entrar en la atmósfera de silencio y lejanía que establecen nos sumergen en un clima de preguntas y sugerencias.
Para crear esa atmósfera Rosa une la idea del mar –que en realidad solo se sugiere, pues no se ve- con las dunas y las antiguas construcciones allí supervivientes. Así genera imágenes que representan la intensidad de un tiempo que transfiguró dichas edificaciones en hermosas esculturas. Como diría Marguerite Yourcenar, tan de Bélgica como las torres y los faros del Mar del Norte, “el tiempo, ese gran escultor”.
El trabajo de Rosa no solo captura la memoria de ese mundo nórdico con especial sensibilidad, sino que nos trasmite claves y mensajes para que la hagamos nuestra.
Por ello sus cuadros no solo son bellos: son sugerentes como corresponde a su filosofía, se quedan en nuestro interior para siempre, y nos emocionan porque nos traen a través del color y la forma la nostalgia del pasado.
José Badía
(Extracto del catálogo de la exposición)